LOS ERRORES HUMANOS TAMBIÉN TIENEN SU SANCIÓN. Newsletter Marzo 2012.
LOS ERRORES HUMANOS TAMBIÉN TIENEN SU SANCIÓN
En muchos casos los errores que cometemos accidentalmente pueden tener consecuencias nefastas para nosotros mismos o para terceros; por ejemplo, para la empresa o entidad para la que trabajamos. La anterior circunstancia se ve favorecida, en algunos casos, por las nuevas tecnologías: por lo de nuevas y por lo de desconocer su funcionamiento. También, pueden ayudar las prisas, los excesos de trabajo o quizás otros factores.
Tal es el caso acontecido en una empresa granadina. Uno de los trabajadores, sin mala intención aparente, envió un correo electrónico con un archivo que contenía más información (datos personales sobre todo) de la que el “cliente” le había pedido. Concretamente se incluían datos como “el nombre del adquirente, la fecha de reserva y de contrato, teléfonos de contacto y anejos (trastero o garaje). Según el resumen que figura al pie, figuran no menos de 90 personas” (copiado literal del procedimiento).
Esto nos lleva a pensar que el cumplimiento de la normativa sobre protección de datos va más allá de la simple inclusión de una clausula en una factura, o la firma del correo, o como no, el famoso registro en la Agencia Española de Protección de Datos.
El uso de “herramientas” como el correo electrónico supone en la mayoría de los casos el tratamiento de datos de carácter personal y por lo tanto la necesidad, de, entre otras cosas, mantener el deber de secreto y confidencialidad (artículo 10 de la LOPD). Esto lo conseguimos, como no, incluyendo las “cien” direcciones de mis clientes, compañeros, conocidos, etc en la opción “CCO” o “BCC” que todo correo tiene pero también a la hora de reenviar un correo que no ha puesto esa opción (CCO), eliminando todas esas direcciones que aparecen más abajo. Pero, ojo (este es el error que en este caso se ha cometido), y reiterando que a todos nos puede pasar, enviando solo aquellos datos que el solicitante pide, no “los de los otros 90”.
Error humano o no, el deber se secreto y confidencialidad es uno de los principios más importantes de esta normativa y a veces, o mejor, muchas veces, se cumple simplemente conociendo las opciones y funcionamiento correcto de las herramientas con las que tratamos datos personales.